Por Arturo Restrepo
Foto: Julián Ospina |
La palabra libertad sirve para expresar una tensión importante, acaso la más importante como afirma Canetti. Esa tensión no es más que el deseo de irnos, de sustraernos, de fugarnos, ir a un lugar innominado e impreciso que no represente límite alguno para la expansión de nuestra vida. De ahí que sea la más importante, todavía más cuando ese intenso deseo es una promesa de alegría, de traspasar toda barrera que nos oprime y nos entristece. Un deseo que es plural como el universo.
La libertad en la música que con sus velocidades y lentitudes nos permite escabullirnos de la servidumbre de las funciones. En el tiempo, la libertad es inclinarse ante el recuerdo para traspasar el límite de la muerte, como si esta no existiera. En la literatura, la pasión por lo asignificante para sustraerse a todo poder, tal como acontece en Franz Kafka, una hermosa debilidad tan consciente de sí misma que no hay poder alguno, sea del tipo que sea, que él haya ejercido. La libertad entre las cosas que consiste en des-preciarlas, es decir, en quitarles el precio que les ponemos, liberarlas de la dictadura del consumo y, ver en ellas lo que son. En fin, la dicha y la gracia de la libertad se expresa de muchas maneras, pues ella depende de la singularidad de cada alma; esa libertad plural – como dice Canetti - tiene su origen en el respirar,quizá porque el aire como la alegría que anhelamos es una experiencia única de lo ilimitado, y muchas veces nos marchamos de un lugar para respirar y pensar mejor.
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