24 oct 2016

LA SOLEDAD ME ACOMPAÑA

Por Carlos Daniel Usma. 11°.


El 4 de Julio del año 1931, nace en Betania, en el departamento de Antioquia (Colombia) la señora Blanca Rosa Ruiz Pérez. Hija de don Juan Ruiz y Mercedes Pérez. Sus padres son oriundos del municipio de Entrerríos, municipio también del departamento ya mencionado. 


Después de haberse conocido allí y entablar una relación, se trasladan al municipio de Betania, donde nace doña Blanca. Después de nacida, su padre decide venirse para Pueblorrico (Antioquia), donde compró una casa en la que actualmente vive doña Blanca y donde ha vivido toda su vida. Esto lo afirma Amparo Marín, mujer encargada de llevarle las comidas y mantener arreglada a doña Blanca. 





Blanca Rosa es la cuarta de seis hermanos, Arsenio, Miguel, Marino, Arcángel y Fara Marina. Doña Blanca vivía en dicha casa con Marino Ruiz, el cual también era un beato como ella; pero hace pocos años este falleció, por lo cual ahora la acompaña su bastón en la soledad de su enorme casa.



Por el aspecto de la casa, se deduce fácilmente que es muy antigua, se conserva los pisos en madera, cocina con estufa de adobes, paredes de bareque y ventanales, puertas en madera antigua. Además conserva muchos objetos de la antigüedad que ella no permite que sus familiares ni nadie desechen.


Pues ella misma iba a ser llevada a un asilo, pero no accedió a ello. Dice: “De esta casa solo me sacan muerta”. Aunque viva sola, sin nadie que la acompañe, ella quiere mucho su casa. A sus 85 años de edad, se defiende en algunos ámbitos en su casa y la calle, sale a la esquina por sí sola, se sienta en la entrada de su casa en un taburete y a pesar de su edad se encuentra en buen estado de salud, salvo la dificultad de no poder andar muy bien.

Muchas personas del municipio de Pueblorrico conocen a Doña Blanca, muchos otros no. Vive muy sola; y, aunque parezca increíble, guarda mucha información y muchas historias sobre el pueblo y su casa, por lo cual ella y su casa —una de las más antiguas del pueblo— son vivo patrimonio histórico así la alcaldía de Pueblorrico no lo decrete, más todavía porque ya todas las personas que viven en el pueblo hace muchos años son pocas; y, sin lugar a duda, las casas antiguas sí que son escasas.

Doña Blanca y muchas personas del pueblo se encuentran en un estado de profunda soledad. A Blanca Rosa es inevitable no verla y sentir el escalofriante frío de la soledad y el aislamiento, sobre todo en las condiciones de la vejez. Ella necesita más compañía y más visitas inesperadas, que vayan y se den cuenta lo importante que son estas personas, lo tiernas y encarretadoras que son.
Así Doña Blanca no dirá más, como me lo dijo a mí que “solo la soledad me acompaña”.

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