En 1998 dice el nobel de literatura Gabriel García Márquez que:
"La
virtud magnífica de los colombianos es la creatividad. Nacemos y crecemos con
ella pero la mayoría se muere sin haberla ejercido por culpa de una educación
dogmática, conformista y represiva que parece concebida aposta para tirarse la
felicidad. ¿Son estas las cuentas que vamos a rendir sobre el embrión de patria
que nos legaron los fundadores? Creo que no. Redimir y privilegiar nuestro
poder creativo como una riqueza natural, invaluable y despilfarrada, debe ser
la llave maestra para rescatar a Colombia de su propio infierno. Ya es hora de
entender que este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata,
sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de
un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los
unos a los otros. Una educación inconforme y reflexiva que nos incite a
descubrir quiénes somos en una sociedad que se parezca más a la que merecemos.
Que nos oriente desde la cuna en la identificación temprana de las vocaciones y
las aptitudes congénitas para poder hacer toda la vida solo lo que nos guste,
que es la receta mágica de la felicidad y la longevidad. En síntesis una
legítima revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía
creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y que
reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación”.
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