Año 2017. En las ventanas del parque de Pueblorrico, con las macetas en flor hay unos banderines donde dice: Sí al agua Sí a la vida Sí al territorio.
Se trata de un intento valiente de la organización comunitaria que concibe lo que afirma ese "sí" como derecho sagrado. Quién sabe qué diremos en cien años, cuando ya ni siquiera estemos: ¿desaparecerá la casa y habrá un edificio? ¿Se habrán concedido los títulos y licencias de explotación? ¿Habrá agua que defender; o el pueblo hará brotar desde su casa fuentes de conciencia y no solo el ruido de los televisores? ¿O la sed minera andará, suelta como el diablo, como un comegalleta royendo veredas y hectáreas donde hace siglos se sembrara plátano, caña dulce y café? Año 2017, foto antigua de este siglo. Las ventanas todavía respiran vida o, cuando menos, lucha por la vida. Y eso es ya una ventana...
Se trata de un intento valiente de la organización comunitaria que concibe lo que afirma ese "sí" como derecho sagrado. Quién sabe qué diremos en cien años, cuando ya ni siquiera estemos: ¿desaparecerá la casa y habrá un edificio? ¿Se habrán concedido los títulos y licencias de explotación? ¿Habrá agua que defender; o el pueblo hará brotar desde su casa fuentes de conciencia y no solo el ruido de los televisores? ¿O la sed minera andará, suelta como el diablo, como un comegalleta royendo veredas y hectáreas donde hace siglos se sembrara plátano, caña dulce y café? Año 2017, foto antigua de este siglo. Las ventanas todavía respiran vida o, cuando menos, lucha por la vida. Y eso es ya una ventana...
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