Foto: Julián María Ospina. |
Camina por el campo, camina por las montañas, por los cafetales, por los cañaduzales. Camina para que descubras tus raíces, para que no olvides tus orígenes, para que te pierdas y te encuentres. ¿A caso no es caminar sin rumbo, uno de los hábitos más bellos?
Camina y deja atrás todo lo malo que te ate, así como el machete deja atrás a la mala hierba, aquella que retorna, pero no con la misma fuerza. Camina, desaprende y aprende, que lo pequeño se magnifique, que la serenidad te sorba, que los gigantes te acojan, que el crepúsculo te demore, que te alcance la luz de media noche y que todo esto sea tu sentencia. Camina y cierra los ojos, deja que hablen por si solos los que allí afuera viven, que las melodías aplaquen el desasosiego, que los olores engendren formas. Camina despacio para dar más sentido a esa existencia, camina en ti, camina para ti, camina por ti, camina en otros sentidos, camina sin prejuicios, ¡camina!, que la vida dependa de ello.
*Por Elizabeth Gallego Herrera
Egresada I. E. El Salvador 2011
Estudiante de Ingeniería Ambiental. Universidad de Medellín
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