5 abr 2017

EL DERECHO A LAS SEMILLAS: Una reivindicación necesaria para la vida campesina*


Foto tomada de internet

Las semillas son consideradas patrimonio colectivo de los pueblos, fundamento de la cultura, soberanía y autonomía alimentaria, son parte de la construcción colectiva de las relaciones sociales entre familias campesinas e indígenas, por lo cual se han considerado fuentes sagradas que constituyen historia e identidad; todo esto es el resultado de varias décadas de labor y constancia, que han permitido la permanencia de dichas culturas.

El hoy muy elogiado “Desarrollo” y la globalización, ha traído e impuesto la meta de unificar el pensamiento y el discurso de todos los pueblos, naciones y comunidades. El modelo económico capitalista, cada día destruye de forma inevitable, y tal vez irreversible los métodos tradicionales de producción, los cultivos de pan coger, los flujos flexibles e intercambios comunitarios, reemplazándolos por monocultivos gigantes; sin agricultores, ni campo, con uso intensivo e inconsciente de los recursos naturales, teniendo como único fin la producción en masa. 

Foto tomada de internet
Buena parte del mundo desarrollado busca de diversas formas vender el discurso de que existe una necesidad urgente de producir más y mejores alimentos para dar sustento a una población creciente, y que la única vía posible para lograrlo es mediante la agricultura industrializada, la agricultura de “paquetes tecnológicos” conformados por semillas certificadas, mejoradas o genéticamente modificados, pesticidas, fertilizantes y agroquímicos. Estos modelos actuales de producción agrícola, viene imponiéndose, concentrando el poder de definición sobre lo que se siembra y se compra en el mercado de alimentos, impactando los campos con el uso intensivo de los recursos naturales, uso inherente a este modelo. Colombia, un país que por su naturaleza e historia es agrario, está desde hace unos años cometiendo una serie de hechos que atentan contra la agricultura tradicional, haciendo al sector campesino más dependiente y vulnerable, dando lugar al menoscabo de derechos como la alimentación, la seguridad alimentaria, la nutrición, la participación, la biodiversidad y la protección de riquezas culturales y naturales de la Nación.

Entre las poblaciones que están siendo afectadas por las estrategias modernas del desarrollo capitalista están también los pueblos aborígenes los cuales han quedado relegados en su tarea de custodios de la sabiduría ancestral, ya que sus saberes y formas de vida han sido desdeñados y olvidados. El pensamiento indígena se ve opacado con el brillo de los medios y la publicidad, con las promesas de comodidades y satisfacción inmediata del mercantilismo occidental. Cientos de nativos de las selvas, y montañas han sido desplazados y por lo tanto solo les queda una opción y es la de ir a las ciudades y en consecuencia la forma de vida impuesta por occidente moderno.

Por otra parte, la propiedad intelectual, que es un régimen jurídico con una larga tradición, algo más de doscientos años desde los dos instrumentos internacionales constitutivos; la Convención de Paris, para la propiedad industrial y la Convención de Berna, para los derechos de autor. Siendo esta una de las áreas del derecho que más notoriamente se ha acuñado en el ámbito internacional, esto porque muy pronto después de la revolución industrial y en los intercambios empresariales que se daban en el marco de las exposiciones mundiales, los países se dieron cuenta que la innovación había que protegerla a través de un régimen de observancia internacional.

La figura jurídica que sustenta este tipo especial de propiedad, nace del reconocimiento que los estados hacen de la importancia de la innovación como motor del desarrollo científico, comercial, industrial, artístico y cultural, así la idea de reconocer, recompensar y alentar el esfuerzo creador, se estimula a autores e inventores otorgándoles los derechos monopólicos de explotación sobre su obra o invención por un tiempo determinado. 

Foto de Esteban Duque
La pérdida de conocimientos y prácticas tradicionales de los pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos, que el país ha tenido en las últimas décadas es enorme, ésta pérdida no solo pone en riesgo las culturas y las cosmovisiones de estos pueblos sino que concluirá poniendo en riesgo el mantenimiento mismo de la diversidad biológica que, con tanto orgullo hoy se ostenta ante el mundo como una de nuestras mayores “ventajas comparativas”. Con esta pérdida de conocimientos y prácticas tradicionales también ponemos en riesgo aquella pervivencia muy propia de la riqueza genética y soberanía alimentaria de los pueblos indígenas y tribales. 









*Por Mateo Arango Salazar y Natalia Arenas Gómez







No hay comentarios.:

Publicar un comentario