Foto tomada de internet |
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Soy de Pueblorrico, en el suroeste antioqueño. Estuve allí hasta los tres años solamente. De ahí la familia se trasladó a Urrao porque mis padres eran de allá. De esos tres años tengo unos pocos recuerdos, entre ellos la violencia. Porque en esa época también había una guerra que era de tipo político-religioso y por eso mis padres tuvieron que cambiar de residencia. En Urrao vivieron poco tiempo y después pasaron a Altamira, corregimiento de Betulia. Mis recuerdos más lejanos son de violencia política y religiosa. Que ha existido en Colombia siempre. En Altamira hice tres años de primaria y el último en Betulia. El maestro que me enseñó a leer y escribir, Gabriel Caro Urrego, vive acá en Medellín. Algunas veces me veo con él, o hablamos por teléfono. Tiene 85 años, monta a caballo, baila, canta, toca instrumentos de cuerda; está más joven que yo.
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Fue una época en que los colegios, así fuera en un pueblo, tenían sentido intelectual, era el bachillerato clásico y los estudiantes leíamos en una pequeña biblioteca y ahí nos encontrábamos para comentar los libros con gran seriedad, porque en ese tiempo un muchacho de 14 se consideraba hombre. Gonzalo y yo, aunque estábamos en grupos diferentes (me llevaba un año en el bachillerato y en la vida), nos encontrábamos en los libros. Había en su casa, en el solar de su casa, que tenían y aún tienen en los pueblos las familias, un kiosco que él mismo construyó para aislarse a leer con algunos compañeros. Esa amistad se hizo por los libros, por las lecturas. Después duró toda la vida. Porque los libros siempre son nuestros mejores amigos y son los que arman, organizan nuestras mejores amistades. Fue entonces así como nos encontramos.
Encuentros en los libros y en la vida es lo que ha tenido Jaime Jaramillo Escobar quien de joven comprara kilos de suplementos literarios gracias a los cuales conoció la poesía brasileña que también ha traducido. Trabajó como publicista, es director del taller literario de la Biblioteca Pública Piloto hace más de dos décadas y su obra para ser inmortal no necesita ser numerosa y para ser internacional no necesita ser de otros lugares. Jaime Jaramillo Escobar, cantor del pueblo.
Compartimos poema, entrevista en Teleantioquia y dos programas hechos en TELECTURAVISIÓN como semblanzas del poeta y como invitación a servirse en esta y cualquier noche a Jaime Jaramillo Escobar, quien dice algo revelador para este tiempo decadente en el eximio reportaje que de él hiciera Gonzalo Arango: El poeta X-504: un artista con placa de carro.
¿Cuál ha sido el autor más negativo, el que más lo ha perjudicado?
Indudablemente, San Francisco de Asís. Cada día es más peligroso ser bueno. Hoy, el que no hace el mal, le toca recibirlo.
¿Dispararía un fusil para defender valores como la justicia y la paz?
No, de ningún modo. La única manera de lograr la justicia y la paz sería que nadie disparara un arma para defenderlas.
1. POEMA
ENTRADA POR SALIDA
"A los pobres siempre los tendréis con vosotros.
Pero a mí no me volveréis a ver".
Ministro de Salud
En mi país, cuando algún pobre sale del hospital –si es que consigue ingresar a uno y si es que sale–
Debe pedir limosnas por la calle para regresar a su casa en su pueblo, aunque lo más probable es que no tenga ninguna casa,
Y el pobre está tan agotado y tan esquelético que más parece pidiendo para su propio entierro.
Los pobres y los niños mendigos de mi país son los "seres sorprendentes" que los gringos fotografían para el Zoo de Miami.
Cuando fui a Chambacú me detuve en el corral de una casa para tratar de identificar entre una piara cuáles eran los niños y cuáles los cerdos, y aún no había podido hacer la operación cuando llegaron los propietarios a invitarme a salir a empellones de mi perplejidad.
Y Diego León Giraldo fotografió en una cárcel de Bogotá a algunos de estos seres, ya crecidos, que se alimentan con los excrementos de los presos del segundo piso, disputándoselos sobre las escaleras cuando bajan impulsados por la manguera del aseo.
Que no es apropiado para un poema, me decís.
Tampoco es apropiado para seres humanos, a pesar vuestro. Sabed que ya no contáis con la complicidad del poema. Se acabó la hipocresía.
¡Tan graciosos aquellos sonetos a Teresa y a la doncella de agua, pero tan falsos! Se acabó la poesía de las rosas. Venid a oler esta mierda.
Vosotros hicisteis este país y lo administráis por herencia, de generación en generación.
Cuando los poetas salían de vuestro perfumado seno, el mundo se veía muy lindo a través de sus versos medidos y contados y repulidos y reeditados.
Pero ahora, "Ay querido, ¡cómo ha cambiado el mundo!" ¡Cuán bonito os quejáis! Me reprocháis que tenga rabia. ¿Qué queríais? ¿Que sonriera con disimulo y mirase para otro lado?
Siempre me habéis ordenado que rebusque formas bellas y elegantes para hablar a vuestra señoría. ¿Y hasta cuándo me vais a joder?
¿Por qué el ministro de justicia necesita un palacio, si Salomón se sentaba debajo de un árbol?
¿Por qué el ministro de salud necesita mullidos tapetes y finísimas lámparas, si los pobres se mueren a las puertas de los hospitales de caridad?
¿Por qué el ministro de educación requiere lujosas oficinas, demasiado privadas para un cargo público, mientras los niños de la escuela rural no tienen un banquito en qué sentarse?
¿Por qué las loterías de beneficencia mantienen soberbios edificios y presuntuosos ejecutivos para administrar un presupuesto que se esfuma en burocracia y en gastos improcedentes y dudosos, mientras el necesitado ruega y sueña inútilmente ante puertas cerradas o si acaso ante las caras agrias y evasivas de los engreídos funcionarios que se devoran "las partidas", que no hay duda que partieron?
Decís que no es poesía. No. Para vosotros sólo es poesía la que os elogia y lambisquea. ¡Pero preguntad a los pobres! Son ellos quienes me han pedido que os venga a cantar en ditirambo.
No os dejaré ir. Os perseguiré. Y si es que os dormís, me meteré en vuestras pesadillas, porque ya estoy cansado de ver esto y no lo soporto más.
La clase media, la más voraz, es el verdadero enemigo de los pobres, no sólo por ser numerosa y tener contacto con ellos, sino porque incluye a los burócratas mañosos y ladrones, y como está compuesta por aspirantes en ascenso, pisan despiadadamente sobre los que se rezagan, ya que no tienen visión de conjunto, sino solamente su propio y mezquino interés personal. El poema lo repite para siempre.
Mientras ellos devoran el presupuesto y prosperan, en el manicomio los locos comen sapos vivos,
Los habitantes de las barriadas entierran a la abuelita en el tarro de la basura,
Los niños atroces amputados y perforados afrentan las calles de las ciudades,
Y los leprosos miran el año dos mil desde las esquinas en espera de la caridad pública.
Un domingo, frente al Banco de la República, un hombre arrodillado oraba con los brazos abiertos, pero era el día del Señor y la puerta estaba cerrada.
En la tarde de ese mismo día, al pasar de nuevo por allí, vi a otro hombre que con ojos muy abiertos y brillantes sostenía un hueso gastado delante de sí; le hablaba, le sonreía, le suplicaba, lo acariciaba, trataba de convencerlo.
En este país que todavía huele a virrey, ese olorcito penetrante, los pobres deambulan y duermen por las calles, y finalmente mueren a la puerta de los hospitales porque no son seres útiles para concederles un cupo, ni parientes de nadie, sino solamente los vagabundos hijos de Dios.
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