Por Arturo Restrepo.
Bibliotecario y magíster en Filosofía U. de A.
Elias Canetti escribió en el año 1942 en uno de sus cuadernos de apuntes: "El origen de la libertad se halla en el respirar. Todo el mundo ha podido siempre aspirar cualquier aire, y la libertad de respirar es la única que no ha sido realmente destruida hasta el día de hoy" [La provincia del hombre]. El tiempo ha pasado y, vemos cómo en este tiempo aciago que nos corresponde, la libertad de respirar aire está gravemente amenazada, por no decir destruida. En lugar de aire respiramos ESMOG [la niebla contaminante] que pone en peligro nuestra salud física y anímica.
Cuando la libertad de respirar aire está amenazada, sentimos que nuestra relación con la Tierra y la Vida son sustituidas de golpe por la Medusa terrible de la muerte. Respiramos la niebla de la muerte en lugar de la transparencia del aire, ésta que para ciertas culturas antiguas - y creo que es cierto - era el origen de todas nuestras libertades; para el Budismo Zen con el aire respiramos la energía del cosmos, y para algunos pensadores como Friedrich Nietzski, Hermann Broch y Canetti entre otros, escribir, es decir, pensar, es cuestión de respirar bien, de atmósfera limpias y abiertas en que el pensamiento crece y se potencia. Por lo tanto, cuando esa libertad de respirar está amenazada no solo está en riesgo la salud física de todo lo viviente [también pienso en los animales y lo vegetal, a los que olvidamos a menudo], también lo está el porvenir del pensamiento, la libertad del hombre, esa "tensión" tan importante, acaso la más importante -como dice Canetti - en que logramos por un tiempo, por el simple hecho de respirar bien, de superar a la muerte, y sentirnos alegres cuando logramos apartarla más y más. Es triste ver como nuestra ciudad alguna vez llamada "la eterna primavera" es ahora un infierno dantesco, gracias a la virtud de nuestros gobernantes y a la complicidad de los ciudadanos, que no son más que la manifestación de su odio y resentimiento a la Vida.
Cuando la libertad de respirar aire está amenazada, sentimos que nuestra relación con la Tierra y la Vida son sustituidas de golpe por la Medusa terrible de la muerte. Respiramos la niebla de la muerte en lugar de la transparencia del aire, ésta que para ciertas culturas antiguas - y creo que es cierto - era el origen de todas nuestras libertades; para el Budismo Zen con el aire respiramos la energía del cosmos, y para algunos pensadores como Friedrich Nietzski, Hermann Broch y Canetti entre otros, escribir, es decir, pensar, es cuestión de respirar bien, de atmósfera limpias y abiertas en que el pensamiento crece y se potencia. Por lo tanto, cuando esa libertad de respirar está amenazada no solo está en riesgo la salud física de todo lo viviente [también pienso en los animales y lo vegetal, a los que olvidamos a menudo], también lo está el porvenir del pensamiento, la libertad del hombre, esa "tensión" tan importante, acaso la más importante -como dice Canetti - en que logramos por un tiempo, por el simple hecho de respirar bien, de superar a la muerte, y sentirnos alegres cuando logramos apartarla más y más. Es triste ver como nuestra ciudad alguna vez llamada "la eterna primavera" es ahora un infierno dantesco, gracias a la virtud de nuestros gobernantes y a la complicidad de los ciudadanos, que no son más que la manifestación de su odio y resentimiento a la Vida.
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