23 mar 2017

YAMID GONZÁLEZ, UN LÍDER COLECTIVO


Yamid González, joven líder de un movimiento comunitario, expresa que “los liderazgos son colectivos, conjuntos, es decir, las campesinas son líderes, tanto en su tierra, en su familia y en el proceso organizativo”; “el liderazgo lo vemos en términos de una organización colectiva, y no en términos individuales, de que Peranito o Julanito es el líder de…”. De esta manera Yamid González procura retirar una autoimportancia de lo personal en los propósitos colectivos. 
A lo que aclara que no se trata de “el mesianismo, el famoso mesianismo que solo una persona puede darle solución a tantos problemas, no, digamos que hay que entender que el proceso político, a lo que le apuesta es que las personas tengan la capacidad de seguir pensando, de seguir recreando, de seguir transformando sus propias condiciones de vida, pero eso lo practicamos en esos procesos personales y colectivos, es decir, que lo que yo puedo estar diciendo en estos momentos, es producto de unas relaciones personales como colectivas, que hemos construido tanto en Pueblorrico, como en la región, cierto, todo estos conocimientos que puedo estar planteando acá no son conocimientos de Yamid son conocimientos que hemos venido construyendo y hemos venido discutiendo, y lo que yo estoy diciendo acá, es tan importante como lo que pueda decir la mujer en el campo, lo que pueda decir los indígenas en su resguardo, lo que pueda decir el joven en su universidad, en su familia”. 
No obstante sus apreciaciones sensatas, en medio de una noche de lluvia y dos partidas de ajedrez perdidas con las blancas y con las negras, quise conversar con él porque se reconoce en el medio como un hombre responsable y coherente con lo que im-pulsa. Una propuesta que senti-piensa como participación creativa y recreadora de la construcción de cultura en la medida que tengamos lenguaje: palabra, pensamiento y actos que No lleven a aniquilar-nos por la violencia. Como Ignacio Betancur, y como Jaime Jaramillo Escobar, colosos personajes emblemáticos de Pueblorrico, Yamid no está de acuerdo con la violencia aunque la violencia le haya arrebatado a su padre a la edad de apenas 11 años. La muerte de su padre es un acontecimiento íntimo “que trata de responder preguntas que le dan sentido a la vida", nos dice:
"En ese momento de violencia es muy complicado para los que nos ha tocado vivirla, que atenta contra la dignidad de las personas, influyó mucho el papel de nuestra madre que en medio de ese dolor de quedar ella sola con 4 hijos, pensar en la manera de vivir con sus hijos, cómo superarse en medio de la tragedia, y ese sentimiento de resistencia, de lucha frente a la violencia para que entiendan sus hijos que la vida va más allá de la violencia”.
De tal suerte nos da elementos para aventurarnos desde ahora a considerar la No-Violencia como tradición que tiene otros grandes exponentes en el cosmos: como Sócrates, Ghandi y Jesucristo y aquí, como se mencionó líneas arriba, en Ignacio Betancur, en Jaime Jaramillo Escobar y en la mamá de Yamid González.

Continúa Yamid: “Uno también construye una justicia en el contexto actual, podemos generar paz, para mí no es suficiente que a un homicida lo metan a la cárcel si él no corrige sus conductas, entonces lo que se debe hacer es pensar que estos casos no vuelvan a ocurrir”.

—¿Y qué es lo que no te deja renunciar a esto?
“Hay un elemento relevante para seguir. Primero es la perseverancia de la gente por alcanzar sus metas, logros, sus causas, entonces es entender que un proceso de construcción política parte desde la iniciativa de la gente. El uso político no es exclusivo de la alcaldía sino que es un ejercicio de participación de todos a la hora de decisiones para los territorios, por ejemplo, es decir que las decisiones se construyan con los distintos puntos de vista de la gente. El sentimiento, más una formación política diferencial, se convierte en una herramienta fundamental que ha logrado consolidar lo que tenemos ahora, entonces es sentir la necesidad de reflexionar profundamente la historia de nuestro territorio. Desde todo contexto, lo económico, político y cultural, nos está permitiendo hacer reflexiones críticas en el ahora, para pensarnos el futuro que queremos, que aunque no es fácil, nos permite la esperanza, soñarnos algo por lo que queremos luchar.”

Ese algo, ese sueño, esa esperanza en la construcción contra la destrucción fue una onda expansiva para pensar la relación íntima con la naturaleza y con la comunidad que comenzó luego de haberse ausentado 5 o 6 años del municipio del que también vio, en los balcones de su casa, cadáveres de hombres asesinados transportados en volquetas, hechos de los que hoy día el vecindario calla con un miedo latente o con cierta complicidad. 
Yamid González regresa a Pueblorrico, pues, por una búsqueda arqueológica en medio de sus estudios en atropología en la Universidad de Antioquia, en cuyo Instituto de Estudios Regionales hoy cursa su Maestría en Estudio Socioespaciales. Regresa al socioespacio de su infancia, los amigos y una justicia que también está ligada a los sentimientos bellos y no solo a la tragedia, que le llevaron a decir que para él justicia no es que encarcelen a los asesinos de sus padre si no que no haya más niños con padres de muertos por la violencia, como se lo manifestó con entereza en unos Diálogos para la Vida hechos en el 2016 con los estudiantes de la I. E. El Salvador en el marcó del proyecto Libros y Libres. Este periplo de regreso y su integración en intereses colectivos lo narra Yamid así:
“Empecé a estudiar antropología de la U. de A. en el 2006, y entonces en el proceso de formación en el procesos antropológico y cultural empecé nuevamente a conectar mi formación en el lugar donde me criaron, donde he nacido y empezamos a visitar lugares donde habían guaqueado y de ahí comenzamos procesos sociales en el pueblo en el 2006: “Pueblorrico por una sonrisa”, creada por Carlos Quintero para distribución de útiles escolares; en el campo, luego con “botas pantaneras", y empezamos a consolidar relaciones sociales con amigos, con "perro loco", y por ahí en esa época comenzaron las redes sociales en el 2008, utilizamos Facebook, empezamos a difundir ese tipo de iniciativas y para el 2011 nos propusimos crear un periódico comunitario llamado La Calle, que empezaba desde la esquina aquí del chino y hasta el límite con la carretera de Jericó e Hispania. Y de ahí comenzamos con el proceso que considero que fue un activismo social, entonces con el periódico comenzamos a poner artículos de discusión donde estudiantes podían publicar artículos y empezamos a construir la constitución COA y empezamos con procesos los encuentros regionales de organizaciones pero ya en el 2011 comienza el periódico, y empezamos a notar que se trata el tema de la minería empezaba a posicionar y utilizábamos este espacio para difundir noticias no solo en Pueblorrico si no en 5 municipios aledaños, y comenzamos a conocer a los fundadores del COA, y se ofreció y estuvo en función de la defensa del territorio una vez que sacábamos las ediciones cada 3 meses financiados por recursos del comercio, vendiendo espacios publicitarios, cada salida de cada edición convocábamos a reunión para explicar los temas tratados y se empezaban entendedor lo que se expresaba en el periódico y comenzaban movilizaciones organizadas por grupos de estudiantes del Sena y los caminantes en el marco de la celebración del Día de la Independencia. En ese desfile los estudiantes del Sena hicieron perfonmances y se disfrazaron de mineros golpeados y máquinas y los caminantes y pasa calles en alusión a No a la minería en Pueblorrico. De ahí comenzó a tomar fuerza este proceso.
Yamid González es un líder colectivo, le apuesta a la comunicación, a la articulación, la participación en la construcción de formas de vida más digna en lo social, lo político y lo vital mediante una pedagogía cultural ambiental. Es uno de los integrantes del COA y participante activo del Comité de Concertación Social de Pueblorrico. El COA a “comienzos del 2000 ya empieza a consolidar todo un proceso organizativo de asociaciones campesinas que le vienen apostando a un ejercicio de autonomías territoriales, alimentarias, donde las propuestas agroecológicas se constituyen en un elemento importante para su propio proceso formativo, entonces en esa relación con lo agro-ecológico se plantea un ejercicio de sustentabilidad entre unas prácticas productivas y el ambiente como, por ejemplo, bajo el principio de la diversificación de la producción, tener muchos productos y no basarse el monocultivo y la no utilización de agro tóxicos, le afianzan precisamente esa propuesta de autonomía alimentaria que está enfocada también en la salud de las personas y la naturaleza, de evitar contaminar la tierra, los ríos, y el propio cuerpo, entonces se puede decir que es el proceso de sensibilización de esa relación importante entre las comunidades y naturaleza”, comenta Yamid para aclararnos de una manera más amplia el contexto educativo y cultural donde ejerce su participación: comunidad y naturaleza.

Este hombre es de los que persiste y persevera con la clara agilidad del pensamiento con que juega el ajedrez, deporte ciencia del que fue campeón en justas escolares de su época. Reconoce que “hay dificultades propias del ejercicio político nuevamente con la institucionalidad, teniendo la institucionalidad como alcaldes, concejales, otros funcionarios públicos, la dificultad de esas herencias de violencia en Colombia de no reconocer las diferencias, a veces somos demasiados intolerantes, y aunque estemos hablando de un contexto de paz, es obvio, es evidente que el tema del no reconocimiento de la diferencia sigue siendo una violencia permanente en los territorios, y eso va generando todo un proceso de estigmatización, ¿cierto? ¿Qué ha pasado en Colombia cuando a alguien se le trata diferente? Siempre hay una asociación de eso diferente, de denunciar algo, que puede terminar posteriormente en agresiones: que el terrorismo, que guerrilleros, que radicales, que una gran cantidad de cosas.” 

Aparte de eso la complejidad con quienes “creen que los resultados van a ser de inmediato, y a veces cuando no resulta esa inmediatez, la gente va desertando de lo que se va construyendo, entonces digamos que la persistencia, que bien puede ser un principio que se menciona en todos lados, a veces es difícil mantenerla; la persistencia también implica inclusive más allá de reconocer lo inmediato y lo no inmediato, es tener la capacidad también de ser pacientes, de construir cosas que en algún momento no nos gustan, la capacidad de reconocer, de tener claro que las diferencias harán parte de nuestro proceso de construcción, y no solamente las diferencias, sino la “incompletud” ,lo incompleto, siempre va a estar presente, o sea, no vamos a llegar a un punto pleno de nuestro proceso, así nos lo estemos proyectando nunca vamos a llegar a un estado absoluto, y yo creo que esa es una dificultad que muchas veces se ve en el proceso, que a veces no aceptamos que se den resultados diferentes a los que habíamos planeado, pero yo pienso que esas dificultades, como decía un famoso autor en su libro: “El elogio a la dificultad”, es necesaria, cómo entender que esa incompletud o esta no plenitud debe ser parte fundamental para la construcción de nuestro proceso, es decir, si llegamos a un estado perfecto de algo, hasta ahí llega nuestro proceso, ¿hacia dónde más vamos apuntarle?, pero digamos que esa dificultad se tiene que convertir en una fortaleza, entonces en términos internos es eso, lo otro es lo organizativo, es decir, que nuestra capacidad de esperar resultados puede ser producto de un proceso formativo, y organizativo, entender que entre todos vamos a construir cosas grandes, pero que requiere un tiempo, y la no organización, es decir, la no capacidad de organizar unos principios de trabajo respectivamente de presente y futuro, si no están bien definidos, pues van a generar una desintegración del proceso”. 

De esta manera reconocemos temple ético de muchos quilates en Yamid González para trabajar con, por y para la comunidad en los territorios a partir del cual se construyen relaciones con la naturaleza como lo sagrado mismo que han concebido las culturas ancestrales y en lo que tienen lugar procesos de resistencia que se encuentran en la resiliencia, en la concertación popular, indígena, comunitaria y campesina, abierta a todos los géneros, en un proceso al que Yamid le apuesta para que no se desintegre. Algo valioso de rescatar de estos encuentros y movilizaciones sociales y culturales -que inciden en lo político- es, precisamente, la participación y los encuentros mismos. Así nos lo cuenta Yamid:
"Sí, el encuentro de personas, de pensamientos, el hecho de valorar cosas que a estas personas nunca se les ha valorado, y estos encuentros se han plasmado, por ejemplo, en economías indígenas y campesinas, en darle valoración a lo que puede decir Don Pedro de la vereda “La Pica”, o lo que puede decir Doña Elena de una de las veredas de Caramanta, y plantear que estos conocimientos son igual de importantes a otras formas de conocimiento que pueden hablar desde la academia, o de otros lugares del mundo, pero son conocimientos que son situados, son de nuestro contexto, y nos permite de alguna manera, reconocer esos ejercicios que hay en el territorio, pues precisamente para proyectarnos acciones que nos permitan construir esa defensa del territorio, es decir que la defensa del territorio no únicamente le apuesta así en términos físicos, a proteger el agua o a proteger la montaña, o sea, lo que quiero decir, es que estas formas de protección, tienen consigo mismo unas relaciones muy interesantes, en términos de cómo a partir de la relación con el agua se construye unas relaciones culturales valiosísimas. Lo que llaman las culturas del agua por ejemplo, cómo a partir de la relación con la tierra se construyen procesos agro-ecológicos o circuitos económicos y solidarios. Entonces digamos que la protección plantea unas relaciones muy en red, de cómo la puesta de esa relación de la tierra y con el agua implica que haya unos encuentros con campesinos, con indígenas, con mujeres y jóvenes, para que ellos mismos construyan agendas políticas en torno a esa defensa del territorio, entonces se han hecho también encuentros de participación ciudadana, se han hecho encuentro de jóvenes por la defensa del territorio, estamos apostando al encuentro de mujeres, y todo esto va precisamente de resignificar estos procesos políticos, por ejemplo, el qué estamos entendiendo por la participación y el para qué las queremos implementar, qué estamos entendiendo con las economías campesinas y hacia dónde queremos ir con ellas, bajo qué principios. Esto va a permitir construirnos un horizonte político interesante, que se ve plasmado hoy en día en Planes de Vida Comunitarios, que nos van definiendo realmente en ejercicios de participación, de educación, de formación, en ejercicios culturales, en ejercicios de economías campesinas; nos permiten, realmente, definir una prácticas en el territorio, que le afiancen a esos ejercicios de autonomía territoriales, entonces digamos que los puntos a resaltar, es que el procesos organizativo se va construyendo a sí mismo, a partir de la participación de la gente”. 
Y en esta participación de la people del común de la que Yamid González hace parte se afirma la autonomía que construye lo político, porque “lo político es algo que se construye y que no es exclusivo de los partidos políticos o de las instituciones del Estado, o sea, lo político también es una filosofía de vida, cierto, entonces nosotros somos un proyecto político, no institucional, que le apostamos precisamente a un ejercicio político a partir de esa pluralidad de personas, a partir de esa participación queremos construir cosas”. 

Y esas cosas que construyen están en pro de esa alta causa antigua, esa búsqueda del “bien común”, de la transformación de las mentalidades que otros, en una simultaneidad de la historia ya han adelantado en el suroeste antioqueño y otras tantas latitudes del país y de Latinoamérica. De ahí que Yamid Gonzalez valore “el hecho de estar en contacto con gente, por ejemplo de Bogotá, Censat Agua Viva, las gentes de Piedras Tolima, los de Cundinamarca, los cerrito Santander, los mismos de la Guajira, los del movimiento Ríos Vivos, con los de Marcha Patriótica, los del Congreso de los Pueblos”, porque sabe de su aporte a un país desde las microhistorias y no desde los mentidos discursos de progreso y globalización desde el extractivismo y el corporativismo multinacional. 

En este sentido es que de estos encuentros emerge “otra manera de conocimiento”, “precisamente de las prácticas cotidianas, hacia eso le ha aportado la Educación Popular Ambiental, es decir, como a partir del encuentro, de diferentes experiencias, y conocimientos inclusive se construyen metodologías propias; muchas veces las mismas escuelas de formación son las que rigen nuestras maneras de acción políticas, como por ejemplo surge idea del Mandato Popular en Escuelas de Sustentabilidad, pero que la Escuela de Sustentabilidad no se remite que a un encuentro, no, las reuniones que hacemos acá en Pueblorrico, eso hace parte de formación popular, es decir, que el campesino ya entienda que es una Consulta Popular; que el campesino hable bueno de la diversificación de producción, cosas que están muy conectadas, es decir, cómo el conocimiento no esté desconectado de nuestra propia vida y de nuestra propia cotidianidad" que Yamid relaciona con una “ecología de saberes” en la que teoría y praxis intractúan y antagonizan armónicamente. Dice Y. González:
“esta ecología de los saberes lo que garantiza es que hay una diversificación de conocimientos, pero que esta diversificación de conocimientos aunque nos muestra una gran riqueza también tiene sus límites, uno de los grandes retos es también determinar qué exclusiones estamos generando para poderlas integrar, de conocer, es decir, que lo diferente y lo diverso se constituyen en una apuesta fundamental hacia la construcción de cosas nuevas, de procesos de transformación, entonces, nuestras prácticas están transformando nuestros pensamientos, y esos pensamientos están transformando nuestras prácticas”. 
Pensamientos y prácticas de solidaridad, de alternativas de vida justa y digna, de justicia ambiental y de paz como esos asuntos de la vida de todos los días que llevó a Pueblorrico a formular un Plan de Vida Comunitario en un ejercicio digno de participación legítima con serios antecedentes históricos de movimientos campesinos en el pueblo y en la región que, según las fuentes, el “joven” alcalde no aprobó. ¿Razones de “juventud”?, vaya usted a saber y, a sabiendas de que eso tiene una contextualización histórica más allá de la versión oficial que hace apología de los verdugos como “héroes”. No es esto lo que Yamid, sin embargo, entiende allí donde esta interrelación de pensamiento y práctica tiene lugar. Así nos contextualiza él para entender las iniciativas locales y regionales en las que está decidido a seguir participando de manera sincera y consciente. 
“A partir de los 60’s se comenzaron unas discusiones sociales entre, estudiantes y campesinos, en compañía de curas, el marco de la teología de la liberación ha sido un proceso formativo organizativo de campesinos, les permitió a otros campesinos situarse en otro punto de vista diferente al que estaban acostumbrados, a tomarse la palabra, a reunirse, a encontrarse, a debatir, a generar espacios de encuentro y de discusión política, o sea, eso ha sido un momento importante en los procesos de formación, pero que es un producto de trabajo conjunto con los sectores campesinos, que tuvo trascendencia acá en Pueblorrico y luego trascendió a Tarso y se regó por todo el Suroeste, estos procesos formativos a lo largo de la historia de alguna manera repercuten porque es que la historia muchas veces lo que hace es influir, en las condiciones actuales de muchas cosas para bien o para mal, entonces entender que en esa historia de luchas campesinas, hay personas que actualmente están en proceso personales, y que ayudan a muchas personas, es una propuesta organizativa y éstas no son fáciles, pero que me parece importante el tema de la formación, cómo en los encuentros de los estudiantes y campesinos, se van construyendo cosas nuevas, no solo campesinos sino también mujeres y hombre, y claro hay también un referente importante, que no somos ajenos al contexto nacional, latinoamericano y mundial, como procesos de lucha en otros lugares de América Latina; cómo Colombia tuvo relaciones con Uruguay en términos de estudiantes, que generaron paros cívicos para luchar por sus propias condiciones de educación, en el año 80 y algo, hay unos referentes interesantes, y la movilización está más bien pensada en qué tipo de cosas quieren construir en interés al proceso, y hoy en día, pues, hay unas relaciones importantes a nivel nacional e internacional.”
De modo que en esa conciencia de participación-acción la memoria tiene un aspecto relevante en los procesos de construcción de comunidad, paz territorial y justicia ambiental. 
Lo de todos los días, ese algo, esas cosas son la comunidad, el agua, la tierra, la solidaridad, la participación, la movilización social, política y cultura, el tejido que no consiente como razón de ruptura el uso y el abuso, la violencia entre seres humanos y con la naturaleza, el despojo y la abismal desigualdad de un ámbito social que las noticias camuflan y maquillan todos los días con su apología a los reyes mafios, vendiendo la imagen sesgada de un país hecho de muchos países con todo y los intereses que pretenden privatizar el planeta mismo, imperio en el que todos somos reyes con cetro o reyes destronados. Comunidad y naturaleza, seres vivos como todos los demás: mi tío el árbol, mi primo vez, mi abuela piedra, mi espíritu planta. Tejido de múltiples colores de todos los individuos y culturas y no los dos o tres de una bandera que unilateraliza y, por tanto, equivoca una más genuina unidad, la que sueña Yamid González en medio de unos liderazgos colectivos y en medio de los cuales reconoce que “los indígenas nos han aportado mucho en una manera diferente al territorio referente a lo sagrado, más allá que una iglesia o religión pueda decir sino una puesta de relación de interiorización de como conectamos la naturaleza con nuestro espíritu, qué relación tiene el árbol con nosotros, qué relación con el río, las montañas, entonces los indígenas nos han ampliado la visión, y por eso lo sagrado ha sido tomado como una prioridad en nuestra vidas, por eso en el marco de lo que se vive en Colombia con el proceso de la paz, el principio de nosotros como COA es la vida de los humanos es de todas las formas de vida, y es importante que nosotros como humanos nos reconciliemos, cómo es posible que nosotros cuidemos un río si ni siquiera cuidamos de nuestro cuerpo humano; desde nuestra perspectiva, para nosotros es fundamental defender la vida, y creo que una forma de llegar a ello es siendo diferentes, es entender que esa diferencia no es motivo para asesinar a otro”, expresa Yamid para ilustrarnos más sobre una causa sagrada que él lleva a sus espadas como un tablón al que se aferra para resistir al náufrago del presente histórico en el que está y al que se debe. En sus palabras e iniciativas se adivina un guerrero de paz, cordillerano de cascadas y de ríos, pensado la historia, el territorio, de una maneras más ejemplar que andar en las vueltas de la “vida fácil” ya conocidas en un país falto de oportunidades. 

Me anticipo a declarar a Yamid González como persona sí grata de y para Pueblorrico. La historia, el territorio que él siente y piensa en diálogos, encuentros y otras búsquedas formativas y propositivas hace del territorio sagrado para la vida, su territorio y el de los suyos. De todos. ¿O quien quisiera una ablución o un bautismo con agua con mercurio? Eso sí que sería un aguardiente, de los que, estoy seguro, no brindaría Yamid en las fiestas en favor del agua que ahora cada vez más despiertan a celebrarse con más fuerza en tantos corazones y culturas. Fiesta en la que el oro del espíritu y del subsuelo, que el mandato de origen de los pueblos huitotos y arhuacos de hoy, decreta no explotar y que nosotros obedecemos. No violarle los mantos a la tierra. No violar porque No Violencia. Sí Agua, Sí Vída, Sí Territorio. Un santo decir Sí, como cantaba el filósofo Nietzsche en su magno Zaratustra. Eso, creo, encarna Yamid González, con quien me di a la conversación en medio de una noche de lluvia y dos partidas de ajedrez -perdidas de mi parte- con las blancas y con las negras.

*Agradecemos a Valentina Bedoya, 10°, por la transcripción de la entrevista

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